La verdad es que en esto de preservativos, aborto, eutanasia y otras situaciones humanas parecidas, mi entrañable Javier Solís la agarra contra el Padre Celestial y no contra nuestro Benedicto (¡ay dolor!), pero crea confusiones innecesarias entre sus lectores.
Vayamos un poquito despacio. La pintura de Zurbarán no expresa al Padre de Jesucristo (a quien él llamaba Papá, así en diminutivo cariñoso). Expresa a Zeus tonante, al Pater Familias, al monarca de las monarquías absolutas. Conclusión: esa no es una pintura cristiana, aunque pintada por un pintor supuestamente cristiano. Estamos ante una deformación teológica horrible en una pintura estupenda que trasmite la exaltación del poder: religioso, político, sexual, inquisitorial. En fin, Zurbarán pinta como pocos la manipulación ideológica, un ídolo que desplaza al Dios de Jesucristo.