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El Evangelio de don Florencio

El ‘evangelio de don Florencio’ me ha traído nostalgias que deseo compartir con los lectores. Hace sus buenos treinta años, defendí una tesis en a Pontifica Universidad Gregoriana, dedicada a estudiar la participación de los diputados de Hispanoamérica en las Cortes de Cádiz, celebradas de 1808 a 1812. En este último año fue aprobada la Constitución de Cádiz, conocida como la Pepa, por haberse dado a conocer el día de San José. ¡Viva la Pepa! llegó a ser un grito de los liberales. Esa constitución tuvo una vida corta, pues el rey español Fernando VII, de quien casi todos los historiadores refieren desafueros, apodado el ‘rey felón’, la abolió en 1814, siguiendo los consejos de un grupo reaccionario. Fernando VII dividió España en dos tendencias irreconciliables, los liberales y los conservadores, rivalidad irreconciliable que habría de extenderse, con las mutaciones que siempre se dan en la historia, hasta la muerte de caudillo Francisco Franco, en 1975. A partir de entonces, España entra de lleno en la vida democrática. ¡Hubo que esperar casi dos siglos para el triunfo definitivo de las tesis liberales!